El sentimiento de no saber, no se compara con nada. Tener un cuerpo tendido para saber su fin, una visita a cualquier cementerio para tener un lugar en donde se pueda llorar. Saber, es lo que muchas familias quisieran.
La cifra de desaparecidos en México, en especial en el norte del país, no se conoce con exactitud, lo que si se conoce, es que cada vez son más y más las personas que ya no regresan a casa, ¿razones? Pueden ser muchas, la mayoría de las familias no conocen el motivo, y tal vez nunca lleguen a saber la razón del `levantón´ ni el paradero de su ser querido.
Despertar, otra vez sin dormir, ya no se sabe si se tiene que ir a trabajar o a la escuela, no se sabe la fecha del calendario, solo se cuentan los días, semanas, meses, incluso años, desde la ultima vez que lo vieron. ¿Desayuno, comida o cena? Quizá nada… ¿son vacaciones? Quizá un cumpleaños… sin despegarse del teléfono… puede sonar… ¿autoridades? Quizá ya no, quizá ni por la cabeza ha pasado ir con ellos.
Veladoras con esperanza, sonrisas de consuelo entre ellos, absurdas y agrias horas esperando… es la cruel realidad con la que miles de familias viven a diario en la espera de que regrese el desaparecido…
Los días duelen, duelen mucho. Los amigos se alejan, quien menos se piensa llega y se queda. El rostro les cambia, la voz tiene un toque de desesperación y la mirada se pierde entre los recuerdos.
Es la espera típica del no saber, ¿cuántas personas saben lo que es vivir esa situación? Eso no se le desea ni a tu peor enemigo, se vuelve parte de ti y jamás te abandona, lo encuentres o no, no te abandona, sigue y seguirá.